“NO TE JACTES DEL DÍA DE MAÑANA, PORQUE NO SABES QUÉ DARÁ DE SÍ EL DÍA” (Proverbios 27:1)
En su libro titulado El toque final, Chuck Swindoll escribió: “El vuelo se dirigía a Nueva York, un vuelo rutinario, que normalmente era muy aburrido. Pero esta vez resultó ser muy distinto. Durante el descenso, el piloto se dio cuenta de que el tren de aterrizaje no funcionaba.
Comprobó todos los controles, intentando –una y otra vez– que el engranaje marchara, pero fue en vano. Entonces, pidió a la torre de control que le diera instrucciones. Mientras el avión daba vueltas alrededor del aeropuerto, los equipos de emergencia rociaron la pista de aterrizaje con espuma. Los bomberos y otros vehículos de alarma se colocaron en posición. Mientras tanto, en un tono de voz calmado y sin emoción que les sale tan bien al los pilotos, se les dijo a los pasajeros que siguieran las instrucciones. Las azafatas se deslizaban por el pasillo con un aire reservado y frío. Se comunicó al pasaje que colocara la cabeza entre las rodillas y que se agarrase los tobillos justo antes del impacto. Hubo lágrimas, pánico y gritos de desesperación. Entonces, cuando estaban a punto de aterrizar, de repente, el piloto anunció por los altavoces: ‘Estamos comenzando nuestro descenso final. En este momento, y de acuerdo con el Código de Aviación Internacional de Ginebra, es mi obligación informarles de que si creen en Dios, deberían empezar a orar’. Eso es exactamente lo que dijo, palabra de honor de los boy scouts”.
Así que, ¿cuál es la moraleja? “No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué dará de sí el día” (Proverbios 27:1). Vive diariamente pensando en la eternidad. Aprovecha el momento y “estruja cada gota” de él. Ama y disfruta de la gente que te importa y da un paso más hacia tus objetivos y el cumplimiento del plan del Señor para tu vida. En otras palabras, ¡vive antes de morir!
Por Bob y Debbie Gass, con la colaboración de Ruth Gass Halliday
En su libro titulado El toque final, Chuck Swindoll escribió: “El vuelo se dirigía a Nueva York, un vuelo rutinario, que normalmente era muy aburrido. Pero esta vez resultó ser muy distinto. Durante el descenso, el piloto se dio cuenta de que el tren de aterrizaje no funcionaba.
Comprobó todos los controles, intentando –una y otra vez– que el engranaje marchara, pero fue en vano. Entonces, pidió a la torre de control que le diera instrucciones. Mientras el avión daba vueltas alrededor del aeropuerto, los equipos de emergencia rociaron la pista de aterrizaje con espuma. Los bomberos y otros vehículos de alarma se colocaron en posición. Mientras tanto, en un tono de voz calmado y sin emoción que les sale tan bien al los pilotos, se les dijo a los pasajeros que siguieran las instrucciones. Las azafatas se deslizaban por el pasillo con un aire reservado y frío. Se comunicó al pasaje que colocara la cabeza entre las rodillas y que se agarrase los tobillos justo antes del impacto. Hubo lágrimas, pánico y gritos de desesperación. Entonces, cuando estaban a punto de aterrizar, de repente, el piloto anunció por los altavoces: ‘Estamos comenzando nuestro descenso final. En este momento, y de acuerdo con el Código de Aviación Internacional de Ginebra, es mi obligación informarles de que si creen en Dios, deberían empezar a orar’. Eso es exactamente lo que dijo, palabra de honor de los boy scouts”.
Así que, ¿cuál es la moraleja? “No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué dará de sí el día” (Proverbios 27:1). Vive diariamente pensando en la eternidad. Aprovecha el momento y “estruja cada gota” de él. Ama y disfruta de la gente que te importa y da un paso más hacia tus objetivos y el cumplimiento del plan del Señor para tu vida. En otras palabras, ¡vive antes de morir!
Por Bob y Debbie Gass, con la colaboración de Ruth Gass Halliday
1 comentario:
hola Esther bendiciones,me a gustado,por la cantidad de cosas interesantes que encuentras en el,un abrazo y bendiciones Gus.....
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