CONOCE A CRISTO. ACERCATE AL ÚNICO QUE PUEDE SALVARTE Y SALVAR LA DISTANCIA QUE HAY ENTRE TÚ Y DIOS. JESUCRISTO ES EL ÚNICO CAMINO HACIA DIOS Y RECUERDA:

LO QUE DIOS MERECE

“...EL PADRE TALES ADORADORES BUSCA...” (Juan 4:23b)

Jesús reveló algunas de sus enseñanzas más importantes sobre la adoración a una mujer lejos de ser perfecta, con cinco fracasos matrimoniales y cohabitando con otro hombre. No es de extrañar que, al hablar con ella, sus discípulos “...se asombraron.. . ” (Juan 4:27). ¿y cuál es esta enseñanza?
(1) Cualquiera puede adorar. La verdadera adoración no tiene nada que ver con el grupo al que pertenezcas (judío, gentil...), y no puede ser limitada a un punto geográfico (el monte Gerizim o el Templo de Jerusalén – lee el versículo 20). Una vez que has hecho a Jesús Señor de tu vida, Él acepta tu adoración; ¡estás dentro!; (2) De hecho, Dios está buscando a personas que lo hagan. Aquí tienes algo para pensar detenidamente: Dios te creó para que hicieras la única cosa que Él no puede hacer por sí mismo: adorar. “Señor, digno eres de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11). ¡Realmente fuimos creados para adorar a Dios!; (3) No hay un “único” modo de hacerlo. De acuerdo con el Diccionario de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento Vine’s Complete Expository, “la adoración a Dios no está definida en ninguna parte de la Biblia ”. Esto se debe a que se trata de una manifestación tan poderosa de nuestros corazones hacia el Señor y a que representa tal amor, gratitud y devoción, que no puede ser descrita con palabras, ni ser definida con una canción, exclamación o el mismo silencio. Jesús dijo: “...los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad...” (Juan 4:23). La adoración verdadera viene de las profundidades del espíritu y está basada en la verdad de la Palabra de Dios. Para comprender la adoración, piensa que es lo que Dios se merece. ¿Cuánto valoras al Señor? Nunca nos cansamos de hablar de aquello que más valoramos.

Por Bob y Debbie Gass, con la colaboración de Ruth Gass Halliday

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